• Header1
  • Header2

A lo largo de la historia la tecnología ha sido un tema de estudio para los filósofos y los artistas. Se han decantado básicamente entre 2 visiones complementarias.

Por un lado tenemos a los entusiastas de la  tecnología que creen en la idea de progreso y en la ciencia como factor de desarrollo de la humanidad mientras que los otros no avisan de los efectos negativos de la tecnología sobre el hombre.

En la antigüedad Plató contemplaba ya la tecnología como ‘Techne’, es decir un arte necesario para la construcción de la ciudad y del buen gobierno.

Jean-Jacques Rousseau aborda la tecnología como un elemento de corrupción del ser natural bondadoso. Indica que la libertad es inherente al estado natural y que se yuxtapone a la sociedad que tendría 3 factores de control: la tecnología, la división del trabajo y el mercado.

Karl Marx nos hace una reflexión interesante indicando que “lo que distingue a las épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se hace”; un pensamiento que podríamos aplicar perfectamente a la era de las nuevas tecnologías de la información que tanto entusiasmo despierta.

Más recientemente y acorde a los tiempos antropológicos que nos impregnan Carbonell plantea la tecnología como un factor evolutivo de la especie humana indicando que la tecnología será la que tomará el control en el proceso evolutivo.

Los artistas por su lado estudiaron también la relación del hombre con la máquina. Nos quedamos por ejemplo con la película de Chaplin de los tiempos modernos dónde vemos a Charlot engullido por los engranajes de una máquina industrial aniquilando la voluntad propia. Lo contrapone al individuo y a la libertad.

Interesante es también la propuesta de Tingely con sus máquinas perpetúales de movimiento infinito sin utilidad aparente pero estáticamente fascinante.